Actualmente se ha visto un incremento del cuidado que las personas emplean ponen en alimentarse de una forma más saludable. Esto ha hecho que el empleo de frutas y hortalizas se haya intensificado.
Y estoy segura que si llegaste a este blog, también te encuentras muy interesado en conocer más sobre este tema y en cómo puedes tener tus propias frutas y hortalizas desde el inicio.
Aquí encontrarás los beneficios de cultivar estos alimentos en tu huerto, algunas pautas a seguir, diversas características de las frutas y hortalizas más comunes y, finalmente, cómo cultivar estas plantas.
Contenido
Beneficios de cultivar frutas y hortalizas
Es importante tener claro a qué hacemos referencia cuando hablamos de frutas y hortalizas, pues estas son la totalidad o una parte comestible de las plantas. Por un lado, las frutas contienen semillas en su interior como la papaya, manzana, melón, sandía, maracuyá, entre otras. Podemos encontrar también frutas cítricas como la naranja, limón o lima.
Y, por otro lado, en las hortalizas encontramos varias especies las cuales se cultivan por sus hojas, raíces, flores y tallos. Al referirnos a las hojas,nos enfocamos en las lechugas, acelgas, espinacas y berros. En cuanto a las flores, están el brócoli y coliflor y los talloscomo el apio.
Con respecto a las raíces, encontramos la zanahoria, el rábano y la remolacha, además de la cebolla y el ajo, que se consideran bulbos. También están aquellos alimentos con un alto contenido de almidón como la papa, yuca y batata.
Existen también algunos alimentos que se consideran verduras, pero botánicamente son frutas como el tomate, pepino, pimentón y calabaza o ahuyama y el aguacate. En este grupo también entran aquellas plantas aromáticas, medicinales y condimentos como perejil, albahaca, menta, toronjil, orégano, romero, entre otros.
Al querer cultivar tus propios alimentos, contribuyes también a la preservación del medio ambiente, a la creación de ambientes de aprendizaje, no solo para tu familia, sino también para tu comunidad y al consumo saludable de alimentos.
En la actualidad podemos ver que muchas personas están optando por cultivar sus propios alimentos. Esta actividad la realizan en la terraza de sus casas, al interior de estas, en escuelas para que la comunidad también pueda beneficiarse e incluso en algunas universidades.
Y la razón de ello son los múltiples beneficios que brinda la práctica del cultivo, en este caso, de frutas y hortalizas.
- Puedes establecer una conexión con la tierra, la naturaleza. Esto se considera terapéutico ya que te ayuda a reducir los niveles de estrés, ansiedad, depresión, entre otras condiciones.
- Tanto tú como tu familia, amigos y conocidos, pueden adquirir nuevos conocimientos con respecto al crecimiento y cultivo de las frutas y verduras. Además, se animarán a probar cosas nuevas.
- Es una actividad que ayuda no solo a crear conexión con la naturaleza, sino también con aquellas personas que están involucradas en el huerto junto a ti.
- Los alimentos que llegan al mercado algunas veces pueden tener agentes contaminantes por distintos factores. Esto podría afectar la salud de aquellos que amas. Es por esto que, al tener tu propio huerto, te aseguras del buen estado de tus alimentos.
- El huerto requiere de compromiso y responsabilidad por parte de las personas a cargo de este. De tal manera que funciona para que aquellos más pequeños empiecen a tener responsabilidad y respeto por el cultivo.
- El tener tu propio cultivo de frutas y hortalizas te garantizará que dichos alimentos siempre estén frescos. Además, que podrás tratarlos con elementos naturales como insecticidas caseros, en caso de que lo requiera, y así, el cultivo no se afecte por los efectos secundarios de insecticidas químicos.
- Tendrás la posibilidad de ahorrar dinero con tu cultivo, pues algunas veces las frutas y hortalizas tienen un incremento de su precio en los mercados.
- Algo muy importante es que evitas usar plásticos. En ocasiones los alimentos vienen empacados en plásticos de un solo uso que contaminan el medio ambiente.
Consejos para cultivar frutas y hortalizas
Como te mencionaba al inicio, algunas veces las frutas y hortalizas vienen contaminadas con microorganismos o gérmenes que adquieren en el lugar donde son cultivadas, ya sea por mala higiene en la zona o de las personas que se encargan del cultivo.
Este, además de lo económico que resulta cultivar en el huerto casero, es un factor por el cual muchas personas optan para adquirir alimentos más limpios. Pues contraer enfermedades de transmisión alimentaria no es algo muy agradable.
Las personas afectadas por estas enfermedades pueden presentar síntomas como dolor de estómago, vómitos y diarrea. Adicionalmente, se pueden presentar alrededor de 24 a 72 horas después de ingerir el alimento contaminado.
¿Cómo llegan estos agentes contaminantes al cultivo? En los campos de cultivo se pueden presentar varias formas que contribuyen a la contaminación de los alimentos.
- Malas prácticas de higiene personal por parte de los trabajadores
- Presencia de heces humanas y animales en el cultivo
- Uso de residuos fecales no tratados correctamente
- Fuente de agua contaminada
- Maquinaria, herramientas, instalaciones de almacenamiento sucias
Para evitar que en tu huerto las frutas y hortalizas se puedan ver afectadas por alguno de estos agentes contaminantes, te quiero dar 5 consejos.
- Practica una buena higiene personal: lava tus manos después de haber usado el baño, estar en contacto con tu mascota o de haber cambiado a tu bebé. Si tienes algún corte o herida debes cubrirla antes de manipular tu huerto. Cambia tu ropa con regularidad si pasas mucho tiempo en el cultivo, pues por medio de ella también puedes transferir microorganismos a las frutas y hortalizas.
- Protege el huerto de animales: esto se debe a que las heces de los animales también contaminan el cultivo. Así que es preferible que se mantengan alejados de este e incluso del agua que utilizas para el riego.
- Utiliza fertilizante del estiércol tratado: como ya sabes, hay varios tipos de abonos orgánicos que puedes utilizar para fertilizar la tierra en la que siembras el cultivo y de esta manera pueda crecer adecuadamente. Uno de estos tipos de abono es el estiércol, sin embargo, deben ser previamente tratados y adecuados para evitar que contaminen el huerto.
- Evaluar las fuentes de agua para el riego: cómo te he mencionado, mediante el agua también puede haber contaminación que afecte a tus frutas y hortalizas. Es por esto que debes asegurarte de que el agua no haya tenido contacto con materia fecal o algún tipo de químico que pueda alterar el cultivo y afectar al consumidor final.
- Mantener una limpieza adecuada de las herramientas: siempre que uses algún tipo de herramienta como tijeras para podar, rastrillos, palas y demás, debes asegurarte que están muy limpios antes y después de usarlos. Es importante que los ubiques en una zona en la cual no tengan riesgo de contaminarse.
Frutas y hortalizas que puedes cultivar en el huerto
Ya que conoces el por qué es beneficioso, para ti y las personas a tu alrededor, cultivar tus propios alimentos, quiero hablarte sobre algunas de las frutas y hortalizas más comunes y que puedes tener en tu huerto.
Fresa
Es un fruto que cuenta con un color rojo brillante, con un aroma muy agradable y con un efecto laxante, esto debido a su fibra, ácidos, enzimas y pigmentos. Puedes consumirla cruda, en mermelada, compota, jugos, batidos, helados, yogurt, entre otros.
Esta fruta debes conservarla en el refrigerador o en un lugar que sea fresco, oscuro y ventilado. No es aconsejable que congeles la fresa ya que, al descongelarla, puede perder agua y no tendrá ni olor ni sabor muy agradable. Es bueno lavarlas antes de consumir para eliminar la tierra que puedan tener.
La planta lleva el mismo nombre que el fruto, es herbácea y sus hojas tienen bordes dentados, estos pueden ser vellosos o lampiños. Esta es una planta perenne y sus tallos son pequeños y cortos.
Las fresas son frutos ricos en vitamina C, ácido fólico, potasio y fibra, además no contienen grasas. La vitamina C es un antioxidante y aporta protección a las encías, la piel, los músculos y facilita la absorción de hierro.
La fibra te protege de trastornos del tubo digestivo y el potasio es bueno para tus músculos y sistema nervioso. Y al ser una fruta que contiene estos elementos beneficiosos, su consumo es recomendable.
¿Cómo cultivar la fresa?
Puedes hacerlo por medio de semillas o estolones.
Siembra por semillas
Si usas las semillas, las puedes adquirir del mismo fruto, pues son esos puntitos amarillos que están por toda la fresa. Para tomarlos debes retirar la capa superficial de la fresa que los contiene, como si la estuvieras pelando.
Una vez hagas este proceso, pones los pedazos de fruta sobre un plato y los dejas cerca de una ventana con buena iluminación para que se sequen. Al cabo de 4 días podrás retirar fácilmente las semillas de la piel pasando suavemente sobre ella tu dedo.
Cuando ya tengas todas las semillas que necesites, las vas a almacenar en una bolsita o recipiente hasta que sea la temporada adecuada para sembrar, es decir en primavera o al final del verano. Las semillas debes guardarlas en un lugar que sea oscuro, fresco y seco para que se puedan conservar. En el momento en el que vayas a sembrar las semillas deberás alistar todo lo necesario. Necesitarás un semillero, sustrato de humus de lombriz con una mezcla de perlita y vermiculita y agua.
Viertes en el semillero el sustrato dejando un espacio de al menos 1 cm en la parte superior para sembrar las semillas. Debes regar lo suficiente para que el sustrato esté muy húmedo, a la fresa le favorece esta condición.
Como las semillas son muy pequeñas, las vas a espolvorear sobre el sustrato de forma equitativa. No te limites en la cantidad pues no siempre todas las semillas logran germinar. Finalmente, cubres las semillas con una fina capa de sustrato pues estas no se pueden cubrir más de 2 mm. Vuelves a regar hasta humedecer el sustrato y repites cada 4 o 5 días para que germinen las semillas.
Como las fresas requieren un ambiente húmedo y cálido, podrás crear una especie de invernadero casero, hecho con una botella de gran tamaño. Vas a dejar el semillero allí para que este invernadero le pueda brindar la temperatura que necesita de 18 a 20 °C.
Esperas de 4 a 5 semanas para ver los primeros brotes y luego de eso, esperas 1 mes más para que crezcan lo suficiente y puedan ser trasplantadas a recipientes individuales. El tamaño ideal será de 4 a 5 cm.
Reproducción por estolones
A pesar de que la siembra por semillas es una opción, se recomienda más el uso de los estolones. Estos son unos brotes aéreos que desprenden más brotes a lo largo de su tallo que funcionan para reproducir la planta.
Los puedes conseguir de una planta que ya tengas o directamente en un vivero. Si los compras, estos ya vendrán con sus respectivas raíces y será mucho más sencillo cultivarlos. Lo primero que debes hacer es preparar el sustrato que usarás.
Debe ser muy rico en nutrientes y con un buen drenaje, de tal manera que podrás usar humus de lombriz, perlita y fibra de coco para ayudar con el drenaje. Debes mezclar todo muy bien para que quede uniforme.
Ya con el sustrato listo, procedes a sembrar los estolones. Esto podrás hacerlo en marzo o finales del invierno. Las raíces de las fresas no requieren tanta profundidad, así que de 10 a 20 cm está bien para poder sembrar.
Si el estolón ya cuenta con las raíces, deberás cortarlas un poco en caso de que sean muy largas. El tamaño será igual al que tenga el tallo. Abres un poco las raíces para que ocupe la superficie del sustrato. Siembras hasta que el tallo esté al nivel de la superficie.
Vas a ubicar las plantas a 20 cm de distancia una de la otra y cubres con el sustrato. Finalmente, riegas el sustrato para que se mantenga húmedo y la frecuencia será con base en este principio. Pero sin llegar a encharcar la planta, solo debes humedecer el sustrato.
Es una planta que no exige demasiada luz así que podrás ubicarlas en la semisombra o al interior de tu casa.
Cuidados
En primavera es cuando la planta empieza a dar sus primeros frutos, brotes y flores, así que es importante aplicar abono que sea muy rico en potasio. Los riegos serán cada 4 o 5 días y vas a eliminar aquellas hojas secas. En esta época también se puede empezar a consumir los primeros frutos de la fresa.
En la temporada de verano, la planta estará en su punto para crecer formando frutos y estolones, que son los que ayudan a reproducir la fresa de forma más rápida. Pero también puedes cortarlos muy cerca de la base para que no se reproduzca la planta si no lo deseas.
El riego en verano será cada 2 días o diariamente si las temperaturas son muy elevadas o el sustrato se seca. A principios de esta época se puede aplicar un acolchado de paja o hierba seca para que los frutos no se pudran al contacto con el sustrato.
En otoño la planta comienza a detener su crecimiento para acumular reservas de nutrientes en sus raíces y prepararse para el invierno. En este momento puedes agregar un poco de abono como el humus de lombriz para ayudar a la fresa. El riego será menor pues se pueden presentar lluvias que le brindarán a la planta el agua que necesitan, si están al exterior.
Cuando llega el invierno, la planta detiene por completo el crecimiento como si fuera una especie de hibernación. En esta etapa acumula horas de frío a temperatura por debajo de los 7 °C, de esta manera puede producir una abundante fructificación y vegetación en primavera.
Para cosechar el fruto puedes hacerlo en primavera hasta principios de otoño. Debes cortarlo con unas tijeras y con un pedazo del tallo para que la planta no se vea afectada. Lavas la fresa y la puedes consumir con tranquilidad.
Como también pueden sufrir de plagas o enfermedades, debes estar muy al pendiente de las fresas, tanto del fruto como de las hojas. Enfermedades como botrytis (en el fruto), la mancha púrpura (en las hojas) y el oídio (en las hojas). Puedes eliminar los frutos y hojas afectadas para evitar que se propague la enfermedad o usar un fungicida en el caso del oídio.
Otras plagas que pueden afectar esta planta son: la araña roja, orugas, caracoles o babosas. Estas las puedes eliminar con insecticidas caseros.
¿Qué puedes preparar con las fresas?
Como te comentaba antes, puedes consumir esta fruta de diversas maneras. En esta ocasión te diré cómo puedes hacer un batido de fresa. Tardará unos 15 minutos la preparación, esta será una receta para 2 personas y necesitarás 1 batidora y dos vasos o copas especiales.
Los ingredientes son:
- 500 g de fresas
- 500 ml de leche
- 4 bolas de helado de vainilla
- 3 cucharadas de miel
La preparación es muy sencilla. Primero debes lavar las fresas muy bien y quitar las hojas que tienen en la parte superior. Luego mezclas todos los ingredientes en la batidora hasta que sea uniforme. Finalmente agregas el batido a las copas y decoras con unas hojas de menta.
Manzana
Es una fruta que puedes consumir a cualquier momento del día, además de ser una de las más populares del mundo. La cáscara de la manzana puede ser de color verde, roja o amarilla y su sabor puede ser muy dulce o ácido algunas veces.
Puedes comer este fruto de postre, entre comidas, en la escuela o el trabajo. También como puré, compota, zumo o mermeladas. Al contener fibra, la manzana funciona como reguladora de molestias intestinales, además de favorecer las encías y blanquear los dientes.
Tienen un gran contenido de agua y proporcionan sales minerales como el potasio, calcio, hierro y fósforo. Cuentan con vitaminas A, B1, B2, B3, B6, C y E, un bajo contenido en proteínas, grasa y sodio.
Por otro lado, con respecto a la planta, el manzano es un árbol que no supera los 10 m de altura, pero se pueden encontrar de menor tamaño que facilita los procesos del cultivo. Estos le brindan al fruto una mejor iluminación, lo que mejora la calidad de la manzana.
En un ambiente natural el manzano puede llegar a vivir entre 60 u 80 años, sin embargo, en cultivos caseros pueden tener una expectativa de vida un poco menor.
¿Cómo cultivar un manzano?
El cultivo puede ser por 2 formas, semillas o directamente el árbol.
Semillas
Las semillas pueden no germinar y demorar el proceso de siembra, sin embargo, puedes emplear el método de germinación de las semillas.
Para hacer esto debes extraer del fruto las semillas que se encuentran en el centro. Aquellas que no se vean muy sanas o “carnosas” las vas a excluir. En una servilleta de cocina vas a ubicar las semillas con un buen espacio entre ellas y luego las cubres con la misma servilleta.
Vas a guardarlas en un recipiente que tenga tapa y las vas a humedecer un poco, sin que sea una cantidad excesiva. Dejarás de 4 a 6 semanas el recipiente tapado con las semillas en la nevera, pero no en el congelador. El frío ayuda a que germinen estas semillas de manzana. Es importante que revises si les falta o no agua, pero como están tapadas se conserva la humedad.
Una vez transcurrido el tiempo, vas a verificar si las semillas sacaron raíz o no. En caso de que lo hayan hecho, procedes a sembrarlas en tierra. El sustrato que utilices debe contener buenos nutrientes y un buen drenaje.
Con la ayuda de un palillo o lápiz, harás el hueco en el que vas a sembrar la semilla. La profundidad de la maceta debe ser considerable, pero la del agujero en el que sembrarás la semilla será del tamaño que tenga la raíz y cubriendo solo un poco la semilla.
Cuando ya hayas sembrado la semilla riegas lo suficiente para que el sustrato se humedezca. La frecuencia no será mucha ya que el manzano no requiere de grandes cantidades de agua, cada vez que veas la superficie del sustrato seca es cuando regarás.
Este proceso de germinación podrás realizarlo al interior de tu casa y es importante que la semilla reciba muy buena iluminación solar. Así que la vas a ubicar cerca de una ventana donde entre la luz del sol. Podrás trasplantar el manzano a la siguiente primavera.
Árbol de manzano
Si prefieres sembrar directamente el árbol de manzano, también lo puedes hacer. Solo debes ir a tu vivero de confianza y comprar el árbol. Este ya vendrá con las raíces y el tronco.
Tendrás que adecuar el terreno para poder sembrarlo. Si lo vas a dejar al exterior tendrás que cavar en la tierra un agujero con una profundidad considerable, también dependiendo del tamaño del árbol que compraste. Puede ser de 20 a 50 cm.
A esta tierra le vas a agregar un poco de humus de lombriz y turba para brindarle los nutrientes necesarios. Mientras adecúas el terreno, dejarás las raíces del árbol sumergidas en agua unos 15 minutos para que la absorba.
Pasado este tiempo y con la tierra lista, procedes a sembrar el árbol. La tierra debe cubrir las raíces, pero no el tronco así que asegúrate de que no se cubra. Finalmente, con el agua que usaste para las raíces puedes regar el sustrato para que se humedezca y se estabilice el árbol.
Puedes insertar una estaca junto al árbol para amarrarlo y asegurarte de que crezca derecho y el viento no lo derribe.
Cuidados
Una vez tengas tu árbol de manzano sembrado, ya sea en el suelo o en maceta, debes dejarlo a la luz directa del sol por al menos 6 a 8 horas, a temperaturas de 18 a 24 °C. De esta manera podrá florecer y dar frutos de manera más adecuada.
Como te decía el riego no tiene que ser muy excesivo, con que te asegures de que no esté seco el sustrato por mucho tiempo será suficiente, sobre todo en épocas muy calurosas. El riego lo harás cuando haya bajado la intensidad del sol para que este no evapore el agua de la planta.
Evita regarlo demasiado en el invierno para que no se congele el suelo, esta es una planta que no gusta mucho del frío. No es necesario el uso de fertilizantes pues si el suelo cuenta con el pH adecuado será suficiente, lo que puedes lograr con el sustrato. Pero en caso de necesitar abono, de preferencia que sea orgánico.
Esta planta suele florecer entre abril y mayo, durante junio y julio salen los frutos tiernos, estos deben protegerse de ave e insectos. En agosto y octubre se podrán recolectar los frutos para el consumo.
¿Qué puedes preparar con manzanas?
Como te mencionaba al inicio, existen varias recetas en las que puedes incluir la manzana y esta le dará un toque delicioso a tus comidas. En esta ocasión te enseñaré a preparar un pastel de manzana para 4 personas.
Los ingredientes que necesitas son:
- 4 manzanas
- 2 cucharadas de azúcar y canela
- 5 ml de kirsch (licor de cereza)
- 150 g de harina
- 125 ml de cerveza
- 2 huevos
- Aceite de oliva
Preparación:
Primero debes pelar y quitar el corazón de las manzanas, después la vas a cortar en rodajas redondas. Tomas el kirsch, azúcar y canela y los esparces sobre las rodajas. Seguido a esto separas las yemas de los huevos, bates la clara y la mezclas con el resto de los ingredientes.
Vas a mojar las rodajas de manzana en la mezcla y luego les agregas un poco de aceite de oliva para freírlas. Con una pizca de canela y azúcar vas a espolvorear las rodajas. Finalmente, sirves las rodajas calientes y con crema de vainilla.
Lechuga
Es una de las hortalizas más populares que se cultiva por sus grandes hojas, las cuales pueden apretarse y formar una especie de repollos compactos. El tamaño de sus hojas es grande y se disponen unas sobre otras.
Es una hortaliza que puede ser consumida cruda en compañía de tomates, cebollas y otros ingredientes en ensaladas. La gran variedad de lechugas posee un alto contenido de agua y pocas calorías, lo que las hace perfectas para dietas.
Aporta vitaminas como A y C, además puede combatir el estreñimiento y agotamiento. Es una planta diurética y vermífuga, es decir que elimina lombrices intestinales. La lechuga es una planta anual, con poca ramificación y un tallo radicular.
La forma de sus hojas puede ser redondeada o alargada y con bordes lisos, ondulados o aserrados. El color de las hojas puede ser verde y rojo. Y para cosechar la lechuga lo habitual es hacerlo en estado de cogollo, es decir, cuando sus hojas no han abierto.
¿Cómo cultivar la lechuga?
Puedes cultivar mediante semillas o con la base del tallo de la lechuga.
Semillas
Para las semillas debes hacer uso de semilleros. Estos los puedes comprar en viveros o puedes hacer semilleros caseros con un Tetrapak. Lo importante es que tenga los agujeros del drenaje.
Se recomienda preparar el semillero en luna menguante. La mezcla del sustrato para sembrar semillas de lechuga es un 40% de turba, 40% de humus de lombriz y un 5% de vermiculita y perlita. Estas últimas ayudan al drenaje de agua y la retención de nutrientes.
Una vez mezcles bien el sustrato, lo agregas al semillero y los distribuyes uniformemente. Dejas alrededor de 1 cm a nivel de la superficie sin sustrato para agregar las semillas. Tomas una buena cantidad y las esparces por el semillero y cubres con una fina capa de sustrato.
Debes hacer un primer riego abundante para humedecer lo suficiente el sustrato. La lechuga no soporta largos periodos de sequía, así que no olvides regarla. Ubicas el semillero en una zona en la cual reciba luz solar directa. A temperatura de 12 a 15 °C y en caso de que sea inferior de los 5 °C, podrás colocar tu planta en un invernadero casero durante la noche o temporadas muy frías.
Después de 4 o 5 días, las lechugas van a germinar, pero debes esperar un poco más hasta que saquen hojas verdaderas. Después de este tiempo es necesario hacer un repicado para poder trasplantar la lechuga a su lugar final.
Se realiza este proceso cuando las plantas que sembraste han crecido mucho y el semillero queda pequeño para estas. Sin embargo, se trasladan a un recipiente más grande, pero este no será el definitivo. En este nuevo recipiente, las plantas se desarrollarán aún más y cuando estén en buenas condiciones se hará el trasplante.
Para el repicado necesitarás usar un sustrato igual al que empleaste en los semilleros, recipientes individuales y un tenedor. El tenedor lo usarás para extraer las lechugas del semillero, como si fuera un trozo de torta. De esta manera afectarás en lo menos posible las raíces.
Una vez extraigas las lechugas con su respectiva raíz, vas a eliminar aquellas que estén muy pequeñas, este proceso se llama aclareo. Después de esto, agregas en cada recipiente la mezcla del sustrato y le harás un agujero en la mitad del grosor de las raíces. No olvides los agujeros del drenaje en el recipiente.
Siembras la lechuga, en lo que también se denomina semillero individual, sin cubrir demás el tallo. Aplicas un riego suficiente para humedecer el sustrato y se asiente. Transcurridas unas semanas cuando haya crecido un poco más la lechuga, procedes a realizar el trasplante al lugar definitivo.
Lo primero que debes hacer es preparar el sustrato en la maceta o en el lugar que vayas a ubicar las lechugas. Debe tener buen drenaje y ser rico en nutrientes, por lo que un 40% de humus de lombriz queda perfecto.
Las lechugas que tienes separadas en semilleros individuales las vas a trasplantar con al menos 20 o 25 cm de distancia entre cada una. Haces un agujero en el sustrato tomando como referencia la profundidad del recipiente que usaste como semillero individual. Pueden ser vasos pequeños.
Extraes la lechuga del semillero y la siembras en el sustrato nuevo. El cultivo de lechuga es uno de los más aconsejables para iniciar ya que no es muy difícil de cuidar. Además, de que es una hortaliza que se desarrolla muy rápido, en al menos 5 semanas.
Reproducción por tallo
Por otro lado, también puedes reproducir la lechuga sin semilla. Vas a tomar una lechuga que ya hayas cosechado o hayas comprado del supermercado y cortarás el tallo desde la base hasta donde marque dos dedos hacia arriba.
Eliminas aquellas pequeñas hojas que quedan alrededor del tallo y en un recipiente viertes en este el tallo. Agregas un poco de agua que cubra hasta la mitad y lo ubicas en una ventana que reciba buena luz.
Debes estar al pendiente de que no se seque el agua por evaporación y si lo hace le agregas un poco más. Podrás hacer este proceso en mayo y pasados 15 días verás que ya tendrá algunos brotes y raíces.
En este momento podrás plantar el tallo en tierra. Vas a usar un poco de humus de lombriz y turba. Llenas casi al borde de la superficie y en el centro haces un agujero para sembrar el tallo a una profundidad de dos dedos.
Cubres los espacios que quedan del agujero que hiciste para que se asiente el tallo y el sustrato. Riegas de manera abundante, pero sin excederte para no encharcar la planta. Ubica la planta en un lugar de semisombra para que pueda crecer sin dificultad.
Cuidados
La lechuga no soporta bien las altas temperaturas, de tal manera que no se siembran en verano. Gustan de climas frescos y húmedos y los lugares de semisombra. Como esta planta no soporta la sequía, vas a realizar los riegos de manera frecuente.
No te excedas en los riegos, pues no se debe encharcar la planta. Cuando la lechuga esté más grande y tenga cogollos, puedes agregar un poco de abono rico en potasio. Estas plantas pueden verse afectadas por caracoles y pájaros, pero con diferentes ayudas puedes proteger el cultivo.
Con insecticidas caseros ahuyentarás a los caracoles y para evitar a los pájaros, usarás una botella de plástico. La cortarás en los 2 extremos y dentro de ella ubicarás la lechuga ya sembrada, como una especie de domo. La entierras un poco para que el viento no se la lleve.
¿Qué puedes preparar con lechuga?
Puedes crear varias recetas muy deliciosas con lechuga, así que te quiero enseñar a hacer una ensalada de aguacate con lechuga. Esta será para 4 personas.
Los ingredientes que necesitas son:
- 3 aguacates
- 2 naranjas
- 1 lechuga
- Sal
- Aceite de oliva
- Limón
Preparación:
Lo primero que debes hacer es limpiar y escurrir la lechuga muy bien, para eliminar residuos de tierra. Después vas a cortar los aguacates por la mitad, les quítales la pepa del centro y la cáscara.
Vas a pelar la naranja y separarla en gajos. Luego, en un recipiente para ensaladas vierte las hojas de lechuga y añades la naranja y los aguacates.
Finalmente, dale sabor a la ensalada con una vinagreta hecha de cebolla picada, aceite de oliva, unas gotas de zumo de limón y sal.
Apio
Este es un vegetal cuyo tallo cuenta con pencas muy largas, carnosas y suculentas. El apio puede ser consumido crudo, cocido, en salsas, como condimento y demás. Además de ser comestible, también es una planta medicinal con propiedades antioxidantes, efectos diuréticos, entre otras dolencias.
La planta de apio es herbácea, su tallo se alarga alcanzando de 30 cm a 1 m de altura. Las hojas son la principal parte comestible de esta planta, son grandes y brotan en forma de corona.
El color de las pencas puede ser desde verde amarillento a verde oscuro. El sabor de las hojas es intenso, agradable y ligeramente amargo. Y el sabor que tiene el tallo es mucho más suave y de textura crujiente.
¿Cómo cultivar el apio?
Puedes cultivar el apio por medio de semillas con el uso de semilleros. No deben estar muy enterradas porque son muy pequeñas y podrían no germinar. El apio no soporta muy bien el frío así que deberás sembrarlo en climas templados a temperaturas de 15 a 20 °C.
Puedes usar un sustrato que contenga turba rubia, turba negra y perlita para los semilleros. Agregas de 2 a 3 semillas en cada sección y espolvoreas un poco más de sustrato para cubrir ligeramente las semillas.
Riegas el semillero con suficiente agua para que el sustrato quede húmedo y dejas semillas allí hasta que germinen y las plantas crezcan lo suficiente para ser trasplantadas. En caso de que germinen muchas semillas en un mismo espacio, podrás aplicar la técnica del repicado, como en las lechugas.
Esto te permitirá que cada planta crezca por aparte en óptimas condiciones. Finalmente, vas a trasplantar el apio a su lugar definitivo, separando cada planta a una distancia de aproximadamente 30 cm entre sí.
El sustrato que vas a utilizar debe ser suelto, rico en materia orgánica, ligero y con un muy buen drenaje. Lo ubicas a semisombra para que pueda desarrollarse sin problemas y abonas el terreno antes de plantar el apio con compost de estiércol y abono rico en nitrógeno.
Cuidados
Al momento de cosechar el apio, lo puedes hacer al primer año de haberlo cultivado. Recuerda no extraer muchas de las hojas o las hojas más jóvenes para que la planta no se vea afectada.
Es una planta muy exigente en cuanto al riego, de tal manera que gustan de una constante humedad en el suelo, sin exceso de agua para evitar encharcamientos. La frecuencia dependerá de la estación del año en la que te encuentres o el tipo de clima que tenga la zona en la que vives.
Para asegurarte de si a tu planta le falta o no agua, puedes usar tu dedo insertándolo al menos 1 cm en la tierra. Si este sale seco, deberás regar el cultivo, de lo contrario espera al día siguiente.
Debes revisar la planta constantemente para evitar que se vea afectada por plagas o enfermedades, y en caso de que aparezcan, las puedas tratar a tiempo para no perder el cultivo.
Si deseas cultivar el apio en macetas los procesos son los mismos, pero la maceta no debe ser inferior a los 10 litros de capacidad.
¿Qué puedes preparar con apio?
Así como los alimentos anteriores, el apio también tiene diversas maneras de prepararse y consumirse. En esta ocasión te hablaré sobre una ensalada crujiente marroquí para 4 personas.
Los ingredientes que necesitas son:
- 1 pimiento rojo
- 1 pimiento verde
- 1 cebolla morada
- 1 guindilla (ají)
- 1 apio grande
- Un manojo de perejil fresco
- Un puñado de hojas de menta fresca
- 30 ml aceite de oliva virgen extra
- Zumo de lima o limón
- Pimienta negra molida
- Sal
Preparación:
Lo primero que debes hacer es lavar y secar bien todos los vegetales. Luego vas a picar bien los pimientos desechando las semillas, la cebolla y el apio, pelando los filamentos si hiciera falta.
Vas a abrir la guindilla, o el ají, y le retiras las semillas, seguido a esto lo picas finamente. Después mezclas todos los vegetales en un recipiente amplio, picas el perejil y la menta para luego añadirlos a la mezcla.
Para finalizar vas a salpimentar al gusto y añadirás el aceite de oliva y zumo de lima o limón recién exprimido. Sirves y a disfrutar.
Ya que conoces los beneficios que te brinda la alimentación saludable, anímate a cultivar tus propias frutas y hortalizas. Vas a aprender muchísimo con cada una de ellas, además puedes incluir a tus familiares, amigos y las personas de tu comunidad.
No solo adquieres beneficios, sino que también contribuyes a preservar el medio ambiente y la seguridad alimentaria. ¡No te quedes atrás!